La gran fiesta se celebra cada 1 de agosto, día de la Corpachada, ceremonia tradicional en la que se ofrendan alimentos y bebidas, al tiempo que se agradece por buenas cosechas y fecundidad para los rebaños. En esta nota, referentes de comunidades originarias nos cuentan sobre esta práctica cultural ancestral.
FUENTE: MINISTERIO DE CULTURA DE LA NACIÓN
La fiesta de la Pachamama es una ceremonia que refuerza y restablece el vínculo de reciprocidad entre la humanidad y la madre tierra. Se trata también de un ritual que intenta borrar las fronteras entre la Argentina, Chile, Bolivia, Ecuador, Colombia y Perú, en un vínculo sagrado y ancestral que remite a nuestras culturas originarias andinas.
Según la cosmovisión andina del Qollasuyu, en el mes de los vientos, el 1 de agosto la tierra se despierta, lo mueve todo y ahí estamos sus hijos e hijas para celebrar con cantos y alimentos el Sumaj Kawsay, el buen vivir.
La celebración recorre nuestra historia y hoy encuentra a las comunidades indígenas habitando diversos territorios, algunos lejanos de sus primitivas Pachas, pero en cada nuevo sitio continúan manteniendo viva la práctica de las ceremonias y cantos ancestrales.
Marcela Guerra, Graciela Mendoza y Tayta Sardinas Ullpu son artistas, guardianes y divulgadores de la cosmovisión de los pueblos originarios. Estos tres referentes nos comparten las historias y los sentidos de esta práctica sagrada.
Tayta Carmelo Sardinas Ullpu es una de las personas con mayor conocimiento –Aysiri– de la región del Qollasuyo del Tawantinsuyo. Tayta significa “maestro, hombre sabio”. Pertenece a la antigua nación Wisijsa, actual comunidad Jatun Ayllu T’urupalqa de la provincia Norchichas, Potosí, del Estado Plurinacional de Bolivia. Vive hace 54 años en la Argentina y se ha dedicado a revalorizar, defender y promover la cultura y espiritualidad qheshwa. Es presidente de la organización Mink’akuy Tawantinsuyupaq (Trabajo recíproco para la reconstrucción de la Confederación del Tawantinsuyu) que, desde 1993, dicta charlas y cursos sobre la lengua y la cultura, realizando periódicamente ceremonias espirituales e impulsando leyes que permitan a los miembros de los pueblos originarios el pleno ejercicio de su cultura y tradición milenarias.
“La Pachamama es la Madre Universo a la cual cada año honramos en el marco del respeto por ser nuestra madre. De ella dependemos, es el alimento. Si hablamos de la Pachamama, tenemos que hablar de las altas montañas, de los ríos, de los bosques, de todos los seres que la habitan -animales, plantas- en el marco del respeto. Nosotros hemos recibido de niños una gran responsabilidad, de cuidarla, ser sus guardianes, protectores, nos dicen nuestras tradiciones milenarias. Lamentablemente, cuando los pueblos originarios deciden respetar a la madre naturaleza, por otro lado (existen) intereses creados que la destruyen”, expresó Tayta.
Y agregó: “Para practicar el buen vivir en la Argentina de 2020, nos proponemos aprender de quienes practican los saberes de las tradiciones originarias tanto dentro como fuera de las comunidades, tanto en el campo como en la ciudad. Hoy, más que nunca, en la emergencia sanitaria en la que nos encontramos, hay que darle espacio a la visión que nos integra con la naturaleza y que desde allí nos trae respuestas”.
El Tayta también compartió el paso de la ceremonia y comentó como se preparan para celebrar este 1 de agosto, en marco del aislamiento social, preventivo y obligatorio
“Las mujeres preparan los alimentos y los hombres hacen el pozo donde se ubican las ofrendas y la comunidad; en parejas, un hombre y una mujer, se acercan y van sumando hojas de coca o semillas, se ahúma la tierra y ese sitio será a partir de ese momento una apacheta, un lugar de trabajo espiritual.
Tenemos que estar preparados, el 1 de agosto vamos a honrar para que la Pachamama se siga fortaleciendo. Tenemos esa gran responsabilidad y tenemos ese deber. Lo haremos virtualmente, como lo hemos hecho en presencia durante todos esos años con la gente de Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina en el Noroeste y Cuyo, en Chile, en todos los países que pertenecieron a la confederación del Tahuantinsuyo, mal llamada Imperio Incaico. Para ese día elegimos los mejores alimentos naturales, las semillas, tomamos con sumo cuidado, con sumo respeto, picamos el tabaco de pipa. Nuestra hoja de coca no tiene que faltar, nuestra chicha de maíz y chicha de maní, aloja de algarrobo, del chañar, mistol, piquiñíl, chal chal, coronillo, todos los frutos que tenemos en el campo“.
Para la artista Graciela Mendoza, en en estos tiempos es muy necesario conectarnos con toda la sabiduría de la Pachamama, de los pueblos ancestrales, porque de allí tenemos mucho para aprender y mucho para recordar.
¿Cuál es nuestro lugar aquí en la Tierra?, se pregunta la cantora, y comenta:
“Como artista puedo decir que en todos mis cantos, en mi arte, en mis puestas en escena, está ese respeto por la Pachamama, esa sabiduría está presente. A través de los cantos, trato de transmitir ese mensaje de conexión más claramentee Por lo tanto, uno de los trabajos fundamentales es preguntarnos ¿dónde estamos parados?, ¿cuál es nuestro norte, nuestro sur, nuestro este, nuestro oeste?, ¿cómo está la luna hoy? Eso es parte de cómo trato de transmitir, esta totalidad del concepto de Pachamama.
Desde hace mucho tiempo me conecté con la tarea de transmitir a los niños y a las niñas este conocimiento de conexión con la tierra y con la sabiduría de los pueblos originarios a través de cantos e instrumentos. Apenas uno les da a los niños una actividad o un canto que hable de toda esta integración, ellos enseguida conectan. Hago mucho hincapié en los cantos ancestrales y en los cantos en lengua nativa, porque son cantos que hablan de nuestra conexión directa con la naturaleza y, de esta manera, me aparto un poco de este concepto más europeo de la canción infantil, porque para el pensar y sentir originario, los niños y las niñas aprenden con sus mayores, con sus padres o con sus abuelos y abuelas, desde los oficios, sobre las tareas hasta también los cantos. No hay canto para niños, de todos estos cantos de los pueblos, lo que hago es transmitirles un relato que los ubica y que los conecta con el sentido profundo del canto y de las lenguas nativas”.
La cantora andina Marcela Guerra, Warmiq Tinyawan Takispa – relata sus orígenes y su visión sobre la actualidad de los pueblos.
“Mi abuela una Sabia Janpiri del Qollasuyu, dejó en mis manos una semilla que germinaría en este Pachakutej: el canto, la caja y la sanación sonora expandieron mi conciencia. Mi Abuelo Qolla desparramó como pétalos en mi camino los preceptos de su cosmovisión ancestral para que la magia de la creación anidara en mí y llegara como ofrenda a nuestros hermanos, a la Pachamama y al Universo.
¿Qué es ser una warmi jampiri en estos tiempos de tanta tecnología y tantos avances científicos, de tantos movimientos en medio de este tiempo acelerado? Es lo más sencillo porque todos, hombres y mujeres en las tradiciones ancestrales, cuando ya atravesamos nuestro séptimo septenio (49 años) comenzamos a ser medicina, desde la palabra, las plantas medicinales, la escucha, las comidas, las bebidas, ser medicina desde la danza y el canto. Todo se transforma en medicina, lo dan la experiencia el camino la conexión con los seres de la naturaleza. Todo hombre y toda mujer expande su energía femenina y masculina, y esa expansión es medicina cuando es con conciencia: un buen pensamiento es medicina, nuestro hacer me modifica mí y modifica un otro. Cuando tomo conciencia de eso, cada cosa que haga, que diga, que sienta, va a ser diferente, porque uno tiene conciencia de que el otro lo está recibiendo. Cada persona tiene su experiencia de vida y a veces hay que atravesar el desequilibrio, el dolor, la tristeza, la pérdida. ¿cuál sería la medicina si no es ocultar lo que sucede? Es acompañar amorosamente, es ser bálsamo. Porque medicina es todo, todo es medicina y cuando una buena hija está en una empresa trabajando y su compañera le cuenta algo que le sucede, su escucha es medicina, porque no la está juzgando, porque no la está criticando, porque la está escuchando con el corazón para acompañarla, eso es ser una guarniz ampi, así me siento, así me han transmitido mis abuelas y mis abuelos.
Es sorprendente cómo este acontecer que hoy tenemos en el mundo y en nuestro territorio, también ha coincidido hermosamente con este ciclo de la madre tierra y de nuestro organismo, que tiene que descansar, que tiene que irse hacia adentro de la casa a revisar lo que somos, lo que tenemos, lo que creamos y ahí estamos desechando aquellas cosas que ya no nos sirven, no solamente las cosas materiales, sino también las emociones, los pensamientos, los sentimientos. Hay que renovar, hay que crear nuevas vibraciones, transitar nuevas vibraciones y otras ya dejarlas que se transformen.
Este momento que estamos atravesando, desde la cosmovisión de los pueblos originarios, del pensamiento ancestral de nuestras abuelas y abuelos, es un pachacútec: un gran cambio. Todo se da vuelta. Un pachacútec también es una oportunidad para la construcción de nuestro propio Sumaj Kawsay porque es un momento en donde todo se activa para ser revisto, repensado, re-sentido. ¿Cómo vivo?, ¿con quién vivo? ¿para qué vivo? ¿me gusta lo que hago?, ¿me gusta mi comida?, ¿me gusta mi trabajo?, ¿me gusta mi hacer?, ¿elijo las personas que me acompañan?, ¿elijo este espacio donde vivo?. Gran momento de reflexión, pero no reflexión mental, sino una reflexión desde el corazón: es momento de reflexionar en cuanto a cómo me cuido, cómo me nutro, qué como, cómo cuido mi salud qué sé yo de mi cuerpo, qué sé yo de las plantas, qué tengo alrededor, qué sé del calor y del frío.
Realmente es una maravillosa oportunidad de reencontrarnos con nosotros mismos y con los seres que nos acompañan. Un momento para recordar mi historia y la historia de mi linaje, de mis ancestros. Cuántos cambios ellos habrán atravesado, cuántas tormentas, cuantos momentos difíciles donde aquello que pensaban, aquello que decían ya no tiene sustento; donde tengo que acomodar mi vida diaria a una nueva forma, ahí es el momento de pensar si la vida que estaba haciendo era mi Sumaj Kawsay, mi buen vivir. Sólo necesito mi poder interno y mi conocimiento. Saber realmente quién soy, quiero encontrarme con esa voz interna que habla de mí y que sólo me habla a mí, sólo es escuchada por mí, sin mirar a los otros, sin esperar la palabra del otro, escuchando primero mi palabra, encontrándome con mi origen y pudiendo ver que quiero crear en mi vida. No escuchar tanto lo de afuera y escuchar más lo de adentro.
Somos merecedores del sumak kawsay porque somos seres sagrados, únicos, divinos, hijos y parte de la gran Pachamama. Pachatata, nuestro padre universo, nos acompaña; la fuerza de nuestros linajes nos acompaña. No tengamos miedo, activemos nuestro poder personal, amémonos como amamos a nuestra Pachamama jaylli – jaylli- jaylli!”
F
https://youtu.be/ITfMnyElHNQ