Los recuerdos construyen de apoco la riqueza del alma, para perpetuarse como el tesoro que anida en la memoria.
Entre el verde del paisaje en esa extensión de yungas que cobra vida en el lienzo de la naturaleza, está Campamento Vespucio. Allí permanecen esos recuerdos que ennoblecen sus habitantes y que aún mantienen intacta en su retina de trópico, el esplendor de aquellas épocas que cual hojas de otoño esperan la primavera de la existencia para pintar con los colores de la vida, el hoy y el mañana.
Un justo homenaje a docentes que enseñaron a volar, soñar y vivir, porque en cada vuelo, en cada sueño y en cada vida siguen perdurando las huellas del camino enseñado.