Ayer, con su último aliento terminaba de morir el Otoño. Como todos los años vuelve a emprender su viaje peregrino en una paleta cargada de colores ocre, con amarillos avejentados casi desteñidos y grises cargados de nostalgia.
Los árboles en nuestra ciudad, de a poco dejaban caer sus hojas con las nervaduras bien marcadas por el paso congojado de los días, sentían la tristeza que trajo la pandemia que no permitió que los niños vieran el ciclo de la vida en sus hojas cargadas con la historia de sus habitantes.
Quién alguna vez, no sintió que el otoño acariciara sus hombros ? , Quién alguna vez no se detuvo a mirar el paisaje con los ojos del alma, cuando palidecía la tarde y el recuerdo cercaba la realidad?. El otoño tiene esa particularidad de despertar la esencia del artista que llevamos dentro, porque todos en algún momento, seguro hemos querido que la estación que tiene en su andén esas paginas amarillas de la vida misma, toque nuestro interior.
Ayer fue el último día del otoño y nosotros quisimos traerles la postal, de un árbol con sus hojas desteñidas, emprendiendo su viaje peregrino.
