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ELZA E IMELDA ÁLZAGA Y LA ENTREGA A UNA VOCACIÓN NOBLE, LA DE CURAR Y CUIDAR A LOS PACIENTES.

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De la prestigiosa Escuela de Nurses que en la década del 30 fundó la Standard Oil Company-ESSO, egresaron enfermeras que hoy recordamos con orgullo, por su entrega, su vocación. Se trata de las nurses  Elza José de Álzaga y de Imelda Álzaga de Machnich.

En ese entonces la Escuela y Hogar de Nurses era un hospital que tenía  todos los adelantos de la época y un cuerpo médico que  prestaba servicios  en esa unidad.

Marta, hija de Elza, nos cuenta que  ambas se graduaron en el año 1937, donde fueron preparadas por profesionales y enfermeros americanos. Eran dos mujeres extraordinarias que compartieron su historia de vida, con mucho amor a la profesión que eligieron,  dedicándose a la atención y al cuidado de sus pacientes.

Tenían una disciplina religiosa, rodeada de normas pre establecidas que debían cumplir, por ejemplo no se tenían que maquillar ni perfumarse, ya que debía prevalecer como un sacerdocio el bienestar del paciente por sobre cualquier otra situación.

Uno  de los requisitos era que debían ser solteras, ya que  los directivos de la standard tenían bien  en claro que la entrega plena al trabajo era sinónimo de garantía, eficiencia y productividad. Otra de las reglas instaladas era que las enfermeras no podían relacionarse sentimentalmente con sus compañeros de trabajo.

El trabajo demandaba mucho esfuerzo y sacrificio, era una profesión que se moldeaba a la sombra de los profesionales. Ellas contaban como vivían su profesión, como eran  capaces de entregar su .vida entera, se incorporaban en los sueños e  ilusiones de sus pacientes, eran parte de esas personas sanas y enfermas que atendían y cuidaban, luchaban en  las adversidades para hacer su trabajo de la manera más linda aún a costa de su soledad, porque la soledad era  pintada con los colores de la vida, que era  la razón de su existencia.

En aquellos tiempos ser enfermera era muy difícil, se trabajaba con provisiones de medicamentos de la compañía.

En l947 se inauguró el hospital Tartagal y pasaron a ese nosocomio  dedicándose  a seguir aprendiendo y enseñando. Era una  época en la que se  luchaba contra  el paludismo y la fiebre amarilla.  Es importante destacar  que en ese entonces se hicieron muchas campañas para erradicarlas, ya que de lo contrario estas enfermedades hubieran hecho estragos en la población.

Ellas, junto a miles de enfermeras que entregan su vida por la nuestra, merecen el reconocimiento de toda una sociedad.  Hoy, queremos agradecer a Marta Álzaga, por regalarnos este recuerdo y reconocer en ellas el trabajo diario de las enfermeras, que hoy están en la primera línea de esta pandemia por el coronavirus , que no dá tregua.

Hoy las enfermeras  trabajan para hacer lo mejor posible, pero también se sienten desbordadas ,agotadas por los acontecimiento por recortes y órdenes sin sentido ,se cansan y desesperan se sienten tentadas en abandonar todo.

El trabajo y la vocación de una enfermera, hoy ocupa un espacio muy importante en el  mundo. Por todo lo que hacen, aún en condiciones precarias y sobre exigidas laboralmente, por el amor que le ponen en cada atención, siempre GRACIAS .